- Plástico: se hacen principalmente con polietileno moldeado. Las diferencias radican en las introducidas por los mismos fabricantes para diferenciarlas de las demás. Son económicas y sencillas de trabajar, además de facilitar la tarea del cambio de trazado de pistas. Las juntas entre dos porciones de pista dejan una superficie ligeramente irregular, causando un molesto traqueteo y la posibilidad incluso de romper ciertas partes de un coche, debido a los botes. Las múltiples uniones eléctricas derivan en una caída de tensión y contribuyen a los fallos eléctricos. Para evitarlo, en las pistas permanentes se invierten ingentes cantidades de dinero y tiempo para soldar las piezas una a una a fin de evitar dichas caídas e irregularidades.
- Madera: son totalmente artesanales y, por tanto, exigen un gran esfuerzo físico. Permiten cualquier trazado, independientemente del espacio disponible. No tienen problemas de tensión o de baches, su recorrido es único y la decoración es totalmente libre. No hay que ceñirse a tramos prefabricados. La mayoría son caseras.
Digital: también es de plástico, pero con la posibilidad de hacer cambios de carril a voluntad y de poner mayor cantidad de coches que de carriles. Por ahora no está extendido, dada su complejidad y su precio. Su funcionamiento es más parecido al de los trenes eléctricos. Casi ningún club los tiene para su uso profesional.
Se dividen en un soporte, que hace también las veces de superficie por la que se rueda, y unos rieles metálicos incrustados en su ranura. Van machihembradas para permitir unirlas unas a otras. Las hay planas, bacheadas, cóncavas, convexas, lisas, curvas, rectas, etc. Pueden aceptar accesorios como bordes de pista, vallas o decoraciones varias.
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